Los downloader argentinos en apuros

La industria discográfica argentina ha iniciado una serie de demandas contra los downloaders de música de forma ilegal, esto es, que las disqueras están colocando multas a los que bajan y/o comparten música sin autorización. Algunas de las multas han llegado hasta los $12 000 pesos argentinos.

A esta serie de acciones se le ha conocido como el canon argentino, a manera de comparación con lo ocurrido en España. La razón que ofrecen las disqueras de hacer esto es evitar la descarga de música de forma ilegal, además de crear una conciencia en la gente para que esto ya no ocurra.

También se ha identificado como posible causa del aumento de descarga (612 millones de descargas en el 2007, más de la mitad de la cifra de venta de discos originales) de música, la baja de precios en los proveedores de internet, quienes además anunciaban como parte del servicio la posibilidad de bajar música, pero sin especificar que de forma legal. "Los proveedores de internet abrieron la puerta, ahora tienen que reconocerlo y ayudarnos a cerrarla. La tecnología le dio poder al usuario y esto se convirtió en una dictadura del acceso", son palabras de Javier Delupí, presidente de Camara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF).

Hasta el momento se han presentado alrededor de 100 casos de pago de multa, pero se estima que en el 50% de los casos se ha llegado a un acuerdo en el que el pago puede ser menor. Pero no se deja de lado la vía del castigo penal, el cual aún se encuentra en planes, pero se espera que el castigo sea entre 6 meses y 6 años de prisión.

Esta medida se ha comenzado a comparar con el canon español, en el cual se castiga a los downloaders con prisión y multas; y también se la ha comparado con la “Ley Sarkozy” de Francia, en la que los servidores de internet están obligados a cortarle el servicio a todo aquel que baje o comparta música de forma ilegal.

Digo yo…
¿Bajar música es delito? ¿O lo que es delito es que las discográficas no tengan ganancias? ¿Quién le roba a quién, el downloader al músico o a la empresa? ¿Quién roba más, el downloader al músico o la discográfica al músico? ¿Quién pierde aquí, el músico o la discográfica? ¿Quién inició esto en Argentina, el sindicato de músicos o las discográficas?

He aquí las primeras patadas de ahogado de la industria discográfica, ya que no pueden contra los vendedores piratas (los cuales en muchas ocasiones llegan a acuerdos con los gobiernos) se le van a ir a la yugular a las personas morales. ¿Por qué dar esta noticia para México? Porque haber sino las discográficas de aquí siguen el ejemplo y se ensañan con nosotros.

Y por último aquí va una lista de lo que es delito según las discográficas:

a) Bajar música digital de forma ilegal

b) Compartir música digital de forma ilegal (que aquí toda forma es ilegal para las disqueras)

c) Reproducir música digital bajada de forma ilegal en reproductores de MP3, Ipod o algo parecido.

Ahora bien, si eso es delito para las disqueras, creo que lógicamente esto también es delito para ellas:

a) Que fulanito le preste un disco original a Perenganito

b) Poner un kct en la grabadora, esperar a que en la radio pongan mi canción favorita y ponerle rec cuando la escuche (habrá quien todavía lo haga)

c) Subir alguna canción de mi disco original a mi computadora

d) Después de subir dicha canción, pasarla a mi MP3, Ipod o lo que sea

e) Sacar una canción en la guitarra y después tocarla en una reunión con los cuates

f) Chiflar la canción, o peor aún, ¡cantarla!

g) Tener un grupo y tocar covers, no importa que sea en dentro de la casa y para la propia banda, es delito.

h) Los que a ti se te ocurran querido lector, pues recuerda que para las disqueras (que se creen dueñas de la música) toda la música consumida debe ser pagada, si no, eres un pinche delincuente de mierda que merece cárcel y una golpiza por caco.

Y aún con todo lo anterior ¿las disqueras se atreven a decir que la música es cultura?, y siendo así (que así es, estoy de acuerdo) por que hacer tan cara la cultura.

Con datos de rollingstone.ar